¿La muerte es el fin de la existencia?

¿La muerte es el fin de la existencia?
Esta es una de las preguntas, que siempre ha angustiado al ser humano  a lo largo de los siglos. Muchas culturas creían en una vida supramundana, un ejemplo de esto son los griegos, los cuales tenían ceremonias y preparativos para sepultar a sus muertos. Estos le ponían dos monedas de oro en sus parpados para que pagaran al barquero Caronte, él los conducía por el rio estigia hasta el Hades. Y aquí pasarían toda la eternidad.

Las creencia de una vida después de la muerte ha llego a nuestro siglo a pesar de los grandes avance de la ciencia, el ser humano no ha dejado de tener esperanza en una vida más allá de la dimensión meramente material. Muchas corrientes filosóficas y también ciertos movimientos religiosos han negado e incluso rechazan la idea de una vida después de esta. "El hombre es un ser para la muerte". Todos los niños que nacen están ya en camino hacia la muerte” (Martín Heidegger). Se puede afirmar que la muerte es el fin de la existencia del ser humano, no hay esperanza ni anhelo por una vida más allá de esta.

La muerte es el fin de la vida. El diccionario de filosofía en CD-ROM define la muerte como un fenómeno biológico que implica el fin irreversible de las funciones vitales.   Para Sartre, la muerte es un puro hecho, como el nacimiento, viene hacia el ser humano desde el exterior y lo transforma en exterioridad (ajeno al hombre). Según Ignace: “Al ser nada e irrealidad, el hombre sabe que, en tanto que es conciencia y libertad, está llamado a desaparecer un día sin dejar huellas: la muerte es irreparable”.

Sartre aseverará: “[…] la muerte no es mi posibilidad de no realizar más presencia en el mundo, sino una nihilización siempre posible de mis posibles, que está fuera de mis posibilidades”[1]. La muerte es algo que no se puede ni descubrir, ni esperar, ni adoptar una actitud hacia ella, la  muerte se revela como lo indescubrible.  Es por ello, que es absurdo tanto el nacimiento como la muerte: el hombre nace para luego morir.

El hombre contemplando la realidad de la muerte y aceptando su inexorabilidad, se plantea desde perspectiva religiosa la posibilidad de una vida después de la muerte. La humanidad tiene esperanza de transcender. No asimila que la muerte sea el final de todo, tiene la visión de un futuro absoluto y mejor. “juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La semilla de eternidad que en sí lleva, por ser irreducible a la sola materia, se levanta contra la muerte […] la técnicas modernas, no puedes calmar esta ansiedad del hombre […] que surge ineluctablemente del corazón del hombre”. (Vaticano II, Gaudium et Spes).

Desde el punto de vista religioso la muerte solo es el inicio de la nueva vida. La existencia humana, aun cuando no sea consciente de ello, está constitutivamente orientada hacia la inmortalidad personal. Pero no es una inmortalidad en la soledad, sino una inmortalidad con aquel, que nos ha hecho seres perennes. “méteme, padre eterno, en tu pecho, anchuroso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar” (Miguel de Unamuno, Losa sepulcral). Cuando se parte de este mundo, se tiene un encuentro con el padre eterno que nos acoge y nos hace entrar en su eterno descanso.

La muerte no puede ser vista como la última palabra de la existencia, porque esto significaría caer en el materialismo más vulgar y negar la evidencia de que hay algo en la existencia con sentido. Sería una desilusión que el hombre que ha avanzado tanto en los últimos siglos termine en la nada, en la oscuridad eterna, como si nadie lo hubiera amado y pensado. 

Solo se puede afirmar la vida después de la muerte si se acepta que el alma humana es inmortal. La muerte prueba que el cuerpo se corrompe, pero aún no se ha probado que el alma se corrompa con la muerte. Entre los adversarios de la inmortalidad del alma se cuentan los materialistas. El existencialismo estricto no reconoce nada más allá de la muerte. El principio que se quiere negar es que el alma por no ser material es capaz de existir sin el soporte de la materia.

La teoría de la inmortalidad del alma se remonta a la república de Plantón, y ha estado presente en la cultura de aquel entonces. En la república, Platón narra la historia de Er, el hijo de Armenio, quien muere y vuelve para contar su historia de su ascenso al cielo y su regreso al mundo de los vivos. Por medio de esta historia, Platón elabora su idea de un alma inmortal y de la vida después de la muerte. “la muerte es ir a casa […] la muerte no es más que la continuidad de la vida, la realización de la vida. El abandono del cuerpo humano. Pero el corazón y el alma viven para siempre. No mueren. […] la muerte no es más que ir a la casa de Dios […]”. (Madre Teresa De Calcuta)

Sin duda alguna la muerte, no es el fin de la vida como la conocemos solo es el inicio de otra nueva experiencia. A pesar de las grandes corrientes filosóficas que nieguen la existencia de la inmortalidad, este deseo permanecerá perenne en lo más profunde del hombre. La muerte nunca tendrá la última palabra.  Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en sólidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro de la humanidad.



[1] J. P. Sartre, “El ser y la nada”, pág. 560.

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